lunes, 28 de noviembre de 2011

Historia de la ergonomia

Desde la antigüedad, los científicos han estudiado el trabajo para explicarlo y/o para mejorar su rendimiento, y así por ejemplo, Leonardo Da Vinci en sus “Cuadernos de anatomía” (1498) investiga sobre los movimientos de los segmentos corporales, de tal manera que se puede considerar como precursor directo de la biomecánica, al igual que los análisis de Alberto Durero recogidos en “El arte de la medida” (1512) sirvieron de inicio a la moderna Antropometría, e incluso Juan de Dios Huarte en su “Examen de ingenios” (1575) busca la adecuación de las profesiones a las posibilidades de las personas.
Pero lo cierto es que solamente será, a partir de la llamada Revolución Industrial, cuando se realicen las primeras investigaciones científicas en este campo, por lo que como asegura Martínez Sierra, “paradójicamente, la evolución tecnológica ha sido la que se ha puesto de relieve la necesidad de optimizar las funciones humanas”.
Efectivamente, fue la creciente exigencia de que los hombres adaptasen a las nuevas y cada vez más complejas maquinas creadas a partir de la Revolución Industrial lo que uso de manifiesto la importancia de los factores humanos ya que, tal y como sigue diciendo este autor, “en sistemas complejos, donde parte de las funciones clásicamente ejecutadas por el hombre han podido ser sustituidas por maquinas, una incorrecta adaptación de las funciones humanas pueden invalidar la fiabilidad de todo el sistema”.
De aquí que, en esta etapa histórica no solo se tengan en cuenta los factores físicos del hombre sino también los fisiológicos, hasta el punto de como dice Marcolli, “el conocimiento de las relaciones dimensionales y fisiológicas del hombre tuvo de este modo una función de primer plano en el diseño de las maquinas”.
Pero aunque ya en 1829 Dupine defendia la necesidad de ajustar las herramientas al hombre y no el hombre a las herramientas, Y Karl Marx habia denunciado en 1850: “La deshumanización del trabajo”, en el que la maquina imponía su ritmo, durante toda esta etapa el criterio básico de todos los estudios fue solamente el de la eficacia mecánica. Razón por la que como dice Laville, “bajo este patrón tecnocrático de conducta, un obrero, por ejemplo, tendrá que ajustar sus músculos, sus reflejos, su estatura, su envergadura y posición, sus brazos y manos a la altura, tamaño y condiciones de la maquina”.
Ello explica la utilización durante toda esta etapa de la denominación “Human factors Enginering” o “Ingeniería humana”, para definir los estudios sobre los procesos de trabajo, como respuesta científica a los problemas que planteaban los sistemas de organización industrial imperantes sobre todo en Estados Unidos. Y en los que convergen investigaciones en el campo de la biología, como la fisiología del trabajo, y de la ingeniería, como la biomecánica del trabajo dando lugar a la llamada “Organización Científica del Trabajo”.
Generalmente y con toda razón, se considera que como nos recuerda Niklison “fue el ingeniero norteamericano Frederick Wislow Taylor, quien primero se ocupó del problema de la organización científica del trabajo”. Cuando a finales del pasado siglo comienza a estudiar la organización del trabajo en los talleres mecánicos.
Sobre estas experiencias a través del tiempo, y después de distintos procesos históricos, políticos, económicos y culturales, se fue produciendo un renovado interés por las condiciones en que el ser humano desarrolla su trabajo pero desde un nuevo enfoque, al considerar que la relación hombre-máquina-ambiente es una reacción interactiva en la que los tres elementos han de ser vistos como componentes de un mismo sistema, con lo que el objeto de estudio pasara a ser “el hombre en actividad” o, como indica Parcaud, “los intercambios reguladores entre el entorno profesional y el trabajador. Y como dicen Castillo y Prieto, “La novedad de este enfoque v a dar lugar a un neologismo capaz de expresarlo: Ergonomía”.
Este neologismo, obtenido a partir de las raíces griegas epyyov (ergon): trabajo; y nomos: ley o normas, aparece por primera vez, que yo sepa, en 1857, en un libro titulado “Compendio de Ergonomía o de la ciencia del trabajo basada en verdades tomadas de la naturaleza” escrito por el polaco Wojciech Jastrzebowki, y del que seguramente lo toma el psicólogo Ingles Hywel Murrel para denominar la primera organización especializada, a “Ergonomic Research Society”, constituida en 1949 por un grupo multidisciplinar de expertos británicos y cuyo objetivo era el emprender estudios e investigaciones sobre los problemas del trabajo humano.
Su propio “inventor”, Murrel definía la ergonomía como el “conjunto de los estudios científicos de la interacción entre el hombre y su entorno de trabajo”.
Pero este estudio se refiere, no solo al hombre aislado ni al entorno, sino al binomio integrado por ambos ya que como dice al respecto Oborne, “La ergonomía es una disciplina aplicada y el papel del ergónomo es aplicar sus conocimientos y su experiencia en lo concerniente a la interacción del hombre con su ambiente, para asegurarse de que este es adecuado para él”. Lo que plantea la posibilidad de desarrollarse, como así ha sido, desde distintos enfoques, según predomine el interés por uno u otro de estos elementos.
Por eso, mientras que en Norteamérica, y bajo la denominación genérica de “Human Factors” todos los estudios se han orientado a mejorar los procesos laborales en sí mismos, en Europa, y bajo la denominación especifica de “Ergonomía”, el objetivo básico es la mejora de las condiciones en que el hombre se desenvuelve en su entorno laboral.
Como afirma Wisner, “el movimiento europeo que adopta el nombre de Ergonomía se distingue esencialmente de los trabajos americanos de la Human Enginering, por la adopción de un doble criterio: el de la productividad y el de la carga de trabajo”. Según puede comprobarse simplemente comparando el diferente objetivo a cubrir por este tipo de estudios:
Según los americanos Woodson y Conover, se trata de “una tentativa de aproximación a los problemas que se presentan en la concepción y la realización de los objetos utilizados por el hombre, que tiene por objeto el permitir al futuro usuario, una mayor eficacia y una menor posibilidad de error en la utilización de estos objetos”.
Mientras en cambio para el europeo Wisner, “es el conjunto de conocimientos científicos relativos al hombre y necesario para concebir útiles, máquinas y dispositivos que puedan ser utilizados con la mayor eficacia, seguridad y confort”.
En todo caso y aunque se trate de enfoques distintos lo cierto es que, tanto si hablamos de factores humanos como si lo hacemos de ergonomía tal y como afirma Lee, “su finalidad consiste en estudiar las relaciones hombre máquina, la “adecuación” entre las dimensiones y capacidades del ser humano y las maquinas que se construyen para que le ayuden.

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